domingo, 28 de agosto de 2011

"ALOHA SAN JOSÉ"

Aloha es la palabra hawaiana utilizada para saludar y bendecir a los visitantes, que se podría traducir aproximádamente como “belleza, paz, disfrute, o bienaventurado seas…” y nada mejor podría definir cómo me siento en San José, pequeño pueblo pesquero, actualmente reclamo turístico del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, en Almería.

“Verba volant scripta manent”, y “findes” como éste merecen plasmarse en papel, o en archivo word, para que los detalles no se pierdan en las lagunas del olvido.

El verano es mi estación preferida, los días son largos, el sol calienta con fuerza, su luz me transmite energía y vitalidad y las vivencias son variopintas, distantes de los días de otoño e invierno, tan semejantes unos a otros. Y si además, no hay que seguir estrictos horarios de trabajo, de clases, de actividades escolares, con las que los padres hacemos jornada de tarde de taxista… días en los que intentamos adelantar al minutero del reloj, para no llegar tarde a ningún lugar… pues eso es que estamos en época de ocio. Tiempo que vuela.

Y en esto que el verano, o mejor dicho, las vacaciones, de días pausados en los que dejamos aparcadas las prisas, toca a su fin… Y cada uno decide buscar la paz interior o la última imagen en la retina, en el lugar que se la transmite. Y yo quería volver a San José…

Este pequeño pueblo de la costa almeriense me cautivó hace unos diecisiete años, cuando unos amigos nos llevaron al Tau en una tenebrosa noche de tormenta. No recuerdo haberlo pasado peor bajo la lona de una tienda de campaña.

Pero, como tras la tempestad, viene la calma; al día siguiente escampó y apareció ante mis ojos un cielo añil límpido y un pueblo tranquilo, iluminado por el Sol, de playas de arena fina y clara, de mar lapislázuli de aguas cristalinas…

Y es allí, sólo allí, dónde me siento camaleón en la tierra y pez en el agua. Y sólo allí, siento que me fundo con la madre naturaleza y mi cabello toma prestada la luz de ese sol y mi piel se torna bronce, como la arena empapada de mar… Y sólo allí, espero las olas, para dejar que me acaricien y mezclarme en su espuma blanca… no hay mejor deporte que dejarse llevar por su vaivén.

Y han sido dos días intensos, acompañada por parte de mi extensa familia… quizás quería llevar a mis sobrinas a descubrir lo que mis hijos conocieron y disfrutaron en su día...

Llegamos a la hora del almuerzo y escogimos la ensenada de los Escullos, con sus dunas fósiles oolíticas. Formadas en el Cuaternario, son patrimonio geológico del litoral almeriense. Mientras Ángel rescata instantáneas, ahora en un entorno natural que se asemeja al paisaje lunar, más tarde en acantilados donde rompen las olas… Graciela, Ismael y Emma, se protegen bajo las sombrillas. Es nuestro turno para descubrir los alrededores.

Mi sobrina de seis años, la noble y preciosa Ariadna, tira del hilo que la sujeta a mi mano, queriéndose escapar de mi protección para correr tras sus aventureros primos, David y Elvira, que saltan sobre níveas y firmes dunas, colándose por grietas (casi grutas) allí donde el líquido Mare Nostrum penetra curioso.

Divisamos una bonita cala bajo El Chamán y decidimos invocar a los espíritus del bien, sumergiéndonos en las aguas que hasta ella llegan, con la fuerza y el ímpetu transmitidos desde las cercanas tierras africanas.

Y al atardecer, nos dirigimos a nuestro destino: San José, paraíso entre dunas y playas vírgenes: Mónsul, los Genoveses, la Cala de la Media Luna…

Nos saluda: “Aloha”, agua dulce de piscina para contrarrestar lo salado, “una de cal y otra de arena”. Salida nocturna, buscando el “pescaíto” del lugar a la plancha, que no consigue desbancar a la pizza en la mesa infantil. Estamos en el puerto deportivo. Descanso entreactos para dar un paseo con la más pequeña, mi sobrina Emma, de quince meses y doscientas revoluciones por minuto… De su mano rememoro la maternidad, mientras Graciela, su madre, termina de cenar.

Muñeca de rizos de oro, simpática como ella sola, saluda con un atento “Hola” a todo el que se encuentra o dice adiós con su mano rechoncha. Nadie se resiste, ni a su mirada de inmensos ojos verde ámbar, ni a su amplia sonrisa.

A lo lejos suena “You Can Leave Your Hat On” de Joe Cocker, banda sonora inolvidable de la película Nueve semanas y media. El sonido viene del Club Náutico… y como la bebé nos ha salido con ritmo, corre cual pollo de perdiz, en busca de la música que escuchan sus oídos. No mira atrás, sólo quiere unirse a la fiesta.

La rescato al pie del yate y cerca del Ferrari que nunca tendré, porque me vaticinaron que nunca me haré rica, está escrito en mi mano. No importa, mi mayor riqueza es la gente que me rodea.

Tras los postres, paseamos entre veleros y barcos deportivos, para después cambiarlos por un paseo entre puestos hippies, de originales artículos hechos a mano. Unas veces joyas, otras complementos de vestir; lo más raro y curioso: cuadros cual reloj de arena movediza de Cabo de Gata, entre cristales pintados… Todo ello amenizado por un dúo de músicos extranjeros, entrados en años, a los que mi hija quiere ofrecer una dádiva por regalarnos los oídos… Estoy en mi salsa.

Helado casero multitudinario en la plaza, paseo y descanso nocturno. Siempre me propongo ver amanecer un día de las vacaciones, pero este año no ha sido en la playa, sino en la montaña…

Aún no son las diez de la mañana y ya pica el sol. Bajo nuestro balcón, vocifera su mercancía el dueño de un furgón con excelentes frutas y verduras, crecidas bajo un mar de plástico que se ha ido extendiendo por la provincia, bebiendo de los acuíferos y creando huertos en tierra árida. La subsistencia nos deja un paisaje envasado en celofán.

Mercadillo variado en la rambla. Mañana de playa, cerveza fresquita y exquisita paella en el chiringuito.

Un velero ha encallado en las rocas en la parte derecha de la playa, empujado por el fuerte viento de levante... Todos miran las maniobras de remolque. Ángel bromea: - Al final deberán venir a rescatarlo con “Braguetas y corbatas”. Muchos lo sacarían a su manera, pero, a última hora de la tarde, el barco sigue en el mismo sitio, allí lo dejamos… Quizás con pleamar…

Vaciamos las bolsas de arena que impiden que nuestras sombrillas vuelen cual gaviota, nos despedimos de la playa, pero nos traemos arena en los bolsillos y en otros recovecos… gratuito recuerdo.

Miro por penúltima vez el horizonte marino, para fijar la imagen en mi mente y visualizarla cuando esté lejos, cuando busque paz…

Merienda cena dulce y salada, a gusto de consumidor. Mientras, la pequeña se entretiene y tararea con la música que suena en mi pequeño móvil. Mi hijo ha querido que los Beatles me avisen cuando tengo una llamada. ¡Anna!... me cantan…

Decimos adiós al pueblo costero y nos dirigimos al interior. Vuelta al hogar, vuelta a Granada. David quiere ir de copiloto y “pinchadiscos” de buena música que, a sus quince años, pretende hacernos descubrir. Aunque la mayoría de las veces rescata canciones de nuestra memoria, es cierto que muchas otras aprendemos de éste joven melómano, últimamente buscador de bandas sonoras de viajes…

Y así, con buena conducción y en la carretera, San José quedó unido en mi memoria estival dos mil once, a “Dust in the wind”, de Kansas… oportuna canción, arena en el viento… Desvío hacia Guadix, ya es noche cerrada, suena Bryan Adams “Everything I Do I Do It For You”… Al frente, tras el parabrisas, los rayos iluminan el cielo… tormenta más allá del desierto de Tabernas, allí dónde surgen los primeros árboles.

Acaricio el lacio y dorado pelo de mi bella mujercita. Jugamos, reímos, cantamos… quiere educar mi voz, como le enseñan en clases de coro, “a menudo los hijos se nos parecen”, como diría Serrat, pero muchas veces se aprende de ellos e indudablemente, nos superan.

Jornadas inolvidables, en buena sintonía.

Sí, Graciela, nos tatuaremos la letra A, unos con tinta y en el cuerpo; otros, con sangre y en el corazón, porque esa letra está en los nombres de todos nosotros y nos une de por vida.

¡Volveremos a San José…! Algún día…

Ana Rosillo
Granada, 28 de agosto de 2011        Un velero ha encallado en la playa...