martes, 21 de enero de 2014

"Vivir en dorado presente"

Esta mañana he intentado dar los pasos más largos para adelantar al segundero, pero ni por esas. Su caminar no espera.

Es 10 de enero. Hace dos días que he cumplido años, he consumido ya 23.652.000 minutos... ¡increíble! ¡He debido perder mucho el tiempo, porque pensaba que no había malgastado tanto! Y aún me quedan tantas cosas por hacer, tanto por cumplir... Es verdad que si le descuento el que he pasado descansando, es menor. Si le resto el que he vivido soñando, duele menos, claro, siempre que el sueño no fuese pesadilla. Si desquito el tiempo de trabajo, de estudio, sería más llevadero, porque algo he hecho, además dicen que el saber no ocupa lugar... Si resto el que he hecho ejercicio, la cifra adelgaza, porque he engañado a la edad cronológica. Si le desquito el tiempo que he amado, entonces, seguramente debería sumarle, porque es cuando más intensamente vivo. En definitiva, pienso que caminamos unas veces a contrarreloj y otras en tiempo de descuento.

El tiempo es una magnitud que mide la duración o la separación de acontecimientos sujetos a cambio. El hombre se dio cuenta hace mucho de que estamos en continuo movimiento. Con sólo mirar al Sol ya fue perceptible. Cambia la posición de los astros, las estrellas, los planetas, la luna que gira alrededor de este planeta nuestro. Cambiamos de aspecto. Crecen los animales, los niños, el cabello, nuestro conocimiento si aprovechamos bien el paso de las horas escuchando a los demás o leyendo. Se puede crecer cada día observando todo lo que sucede a nuestro alrededor, abriendo al despertar la mirada de nuestra niñez. Hay formas  muy melodiosas de matar el tiempo,  titularía Lapido. 

Es curioso cómo el hombre ha organizado el cambio de las estaciones, la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro. Yo podría asegurar que sería más feliz yendo a destiempo, pero por obligación, llevo su marcación caminando unas veces en mi muñeca, otras en una esfera que cuelga de mi cuello. El paso del tiempo hace que pasen los minutos, las horas, los días, las semanas, los meses, los años, los lustros, las décadas, los siglos, el milenio del Reino de Granada... Tomamos las uvas, desde el excedente de 1909, a golpe de campanada de las doce de la medianoche del último día del año, treinta y uno de diciembre. A mí me parecen los minutos más largos del año, porque el que espera, desespera...
Aunque si lo pienso mejor, aunque no lo planificáramos, él siempre se nos echaría encima. Cuántas veces nos habría gustado que alguien querido nos dedique más parte de su tiempo, pero nos ha contestado: “Lo siento, no tengo tiempo”.”Sí, tienes tiempo de sobra, espero, lo que quizás es que no sepas repartirlo bien...”. Al final comprendes que está en su derecho y le dejas que siga gastando su tiempo con quien y con lo que más le apetezca. Ver telebasura me parece la más estúpida manera de perder el tiempo. Dedicar las horas a crear, sería para mí el tiempo mejor empleado. Por eso, he aprendido que no se debe interferir en el reparto de la vida de otra persona, no se debe mendigar tiempo ajeno.

Y vuelves al tuyo: este es mi tiempo hoy. Un día leí que la depresión son culpas del pasado y la ansiedad preocupación y anticipación del futuro. Lo ideal es vivir aquí y ahora. Este es mi presente y he decidido dedicarlo a escribir, y siempre que decido hacerlo siento que no es tiempo perdido, porque es entonces cuando consigo centrarme. Y ahora recuerdo lo que escribió nuestro Premio Nacional de Poesía 2012, Antonio Carvajal y reza en las palabras que circundan la esfera del reloj de la fachada del Ayuntamiento de la ciudad de la Alhambra: “Feliz quien ve sus horas en dorado presente”, yo diría quien vive.

Voy a aprovecharlo bien, todos sabemos, por descontado, que el tiempo no perdona...




1 comentario:

  1. Buen lugar para perder mi preciado tiempo. Ya sabes que lo escrito perdura y es para siempre y las palabras conversadas se las lleva el tiempo.

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