viernes, 25 de noviembre de 2016

"El amor es libre. Hombre, venera a la mujer. No más violencia en nombre del amor"

Soy mujer.
He llegado al mundo igual que tú, hombre.
Pero tanto mujeres como hombres me lo han puesto difícil.

Me vistieron de rosa por ser niña y a ti de azul. Me pusieron lacitos sin pedirlo. Me creyeron frágil y delicada y a ti fuerte. Me dijeron que tenía que jugar con muñecas y a ti te lo prohibieron. Me dijeron zorra mientras que a ti te decían ligón.

Te dijeron que eras una niña si llorabas. Te obligaron a que te quitases el delantal porque había hermanas para fregar los platos. Te permitieron que descansases en el sofá después de comer, porque las mujeres de la casa recogían. Te dijeron que te las llevabas a todas de calle, mientras a mí me decían puta.

Te dijeron soltero de oro, mientras a mí me llamaban solterona. Tú no habías encontrado alguien a tu altura, mientras que a mí se me pasaba el arroz y me quedaba para vestir santos. Me asombró que otras mujeres me dijeran que las mujeres engatusan a los hombres para “pillarlos” y casarse con ellos.  Yo tenía hecho mi futuro, no dependía de ti. Solo quería compartir mi tiempo contigo. Me etiquetaron de buscona igualmente. Nadie habló de amor. Me dijeron que tenía que cuidar de tus padres, de los míos, de los niños, porque si los llevaba a guardería no los quería,  y trabajar dentro y fuera de casa. Tú siempre eras el bueno ante los ojos de los demás, mujeres u hombres, todos con exigencias desmesuradas y prejuicios peyorativos sobre la mujer. Siempre humillándolas, faltándoles el respeto, infravalorándolas como personas. Esta sociedad que ahora condena la violencia machista, la ha estado alimentando durante muchos años. No sólo hay que condenar estos actos, sino que hay que modificar todos estos comportamientos desigualitarios.

Escuchaste tantas veces en boca, tal vez de tu propia madre, de la mía, que una mujer debe obediencia a su hombre, que me atases corto. Escuchaste  tantas veces de otros hombres “si a mí me deja mi mujer la mato”, que creíste que una persona es un objeto, que pasa a ser de tu propiedad, “Mía o de nadie”.

 Y sí, lo hiciste, la degollaste con un cuchillo y luego llamaste a su madre. No se puede ser más cruel. Quemaste vivos a tus hijos para hacerla sufrir. No se puede ser más inhumano. Le rebanaste el cuello ante la mirada de vuestros dos hijos pequeños, no se puede ser más vil. La violásteis en grupo  porque os divertía, y ella fue quien tuvo la culpa, porque iba provocando con su belleza y su risa ebria. ¡Atajo de cobardes! Mucho peor que los animales. Ni punto de comparación. No sois hombres. Un hombre venera a la mujer.

No soy tuya. No soy de mis padres. No soy tu novia, ni tu churri, ni tu mujer. No soy de, ni me debo a nadie. Soy de mi tiempo, de la tierra, del sol, del mar y del aire… Soy yo. Una persona irremplazable. Tengo mi propia personalidad, me visto como me apetece, me pinto las uñas o pongo minifalda. Tengo amigas, amigos, tengo derecho a tener mi propio círculo,  mi propia identidad. Tengo derecho a la libertad. Lee la Carta de los Derechos Humanos, lee la Constitución Española. ¿Acaso no lees? Me ampara la ley.  No voy provocándote por la calle, me arreglo para mí misma. El amor no duele, no limita. El amor es un sentimiento muy grande.

Hombre. No puedes hacer que nadie te ame, ni obligar a que permanezca a tu lado. Respeta a tu ex. Si hay hijos de por medio, no los uséis como arma arrojadiza. Ellos os quieren a ambos y como adultos que sois, debéis dar ejemplo de saber estar y tener buena relación. No es para siempre el amor, pero sí la educación.

Mujer, no debes quedarte junto a él si te insulta, si te maltrata física o sicológicamente. Si no te deja ser tú misma, tengas la edad que tengas, no lo consientas. Todos hemos venido a este mundo a ser felices y a amar y ser amados sin temor ni remordimientos. Nacemos solos, moriremos solos. En el camino nos vamos encontrando con almas gemelas, amantes, compañeros, compañeras, da igual la relación que decidas, hombre o mujer, nadie debería elegir por ti. Todo ésto se aplica al sexo contrario, porque la violencia no se justifica en ningún caso, pero en las estadísticas, las mujeres salen perdiendo vidas...

Nos damos la mano por un tiempo, o mientras dure el amor, con las personas que amamos, pero no te creas peor si no lo haces, o no has encontrado a alguien con quien compartir la vida.  Hay muchas maneras de realizarse como persona. Encontrar pareja no es el principal objetivo vital. Tampoco ser padres. Tener hijos es una decisión muy importante, es revivir con ellos cada etapa pasada,  pero también es la tarea más complicada con la que nos encontraremos a lo largo de nuestra vida. No existe el ideal de “familia feliz”. Sólo hay instantes felices, momentos que perduran. No uses vocabulario machista, no menosprecies a otra mujer. La vida es demasiado complicada y ya nos lo han puesto bastante difícil. No vendas tu libertad por un amor que no lo sea en mayúscula. Olvida el refrán “Quien bien te quiere te hace llorar”. Quien bien te quiere te hace dichosa, dichoso, te hace que crezcas como persona. Te deja tu espacio propio. Te eleva para llegar a ser la mejor versión de ti misma. Quiérete mujer, para que te quieran. Siempre encontrarás a alguien que te merezca. Quiérete, para seguir viviendo. Llámame si estás en problemas:  0116 


martes, 8 de marzo de 2016

"Soy la mujer de mi vida, no vuelvas a equivocarte"


     Hace unos días una frase apareció para mi asombro en mi WhatsApp y aún no sé a quién iba dirigida. Para una servidora, que hace guiños a la poesía y a la literatura, es una frase incómoda, inoportuna, como esos vecinos que vienen a tu casa a husmear, o esas personas que se acercan a ti con lanzas, picas de palabras, en vez de caricias al alma. Nacemos desnudos, sin armadura. Me cuesta entender por qué a veces, en mi relación con los demás, echo en falta una coraza.

     Vivimos tiempos en los que estamos demasiado expuestos en los escaparates virtuales, en los que chateamos en vez de mirarnos a los ojos, en los que enviamos mensajes por error (a mí me ha pasado en más de una ocasión). Tiempos de impulsos, de malentendidos. Después te ríes. Es por eso que esta frase, dirigida a una mujer, se me ha atragantado, y llevo unos días masticándola, intentando digerirla, pero es imposible, no me voy a tragar esta frase tan insípida: voy a vomitarla. ¡Hecho!

    Una vez que la tengo delante, la voy a diseccionar:

NO, adverbio de negación.
ERES, tercera persona del singular del verbo Ser.
LA, artículo determinado femenino singular.
MUJER, sustantivo femenino. Persona del sexo femenino.
DE, preposición. Denota posesión o pertenencia.
MI, adjetivo posesivo.
VIDA, sustantivo femenino. Fuerza o actividad esencial mediante la que obra el ser que la posee.

   Esta es una oración afirmativa, negativa; no me podéis negar que es difícil de leer para una que admira a los poetas del romanticismo. Todo tiene su sentido, si esta frase tenía que llegar a mí, es por algo, tal vez para meditar sobre ella. Tal vez para escribir sobre mis reflexiones en el Día de la Mujer, este ocho de marzo. Yo nunca he querido ser la mujer de la vida de nadie. Imagino que, a muchas de vosotras, las mujeres de mi generación y anteriores, al igual que a mí, os habrán educado para serlo. Y habréis escuchado esas frases de: "Las niñas con las niñas, los niños con los niños". "Compórtate como una mujercita", "Tienes que hacerte un ajuar", "Como te tardes, te vas a quedar para vestir santos", "¿Cuándo te casas? Ya es hora, ¿no?", "Arréglate y ponte guapa, que...¿quién te va a querer así?" Pues yo misma, fíjate tú. Nos pasamos los primeros años de nuestra vida recibiendo mensajes que supuestamente nos preparan para la llegada de él: EL HOMBRE... ¿el hombre de nuestra vida?

    Yo siempre lo he tenido claro: no soy la mujer de tu vida. Pero tampoco quiero serlo, ni de tu vida, ni de la de nadie. Nunca ha sido ese mi objetivo. Yo quiero ser hija, hermana, amiga, compañera, madre, amante... Quiero ser pasión, aire, árbol, melodía, sentimiento, poesía, arte... Soy la mujer de mi propia vida y me ha costado mucho llegar hasta aquí. He tenido que meditar mucho, mascullar muchas frases como ésta, decapar todas las capas de pintura de color rosa chicle y de la marca "MUJER", con las que se me ha embadurnado desde niña. Es una tarea ardua, aún sigo haciéndolo. Se me ha impuesto la ropa que debía llevar, cómo debía comportarme, las tareas que podía hacer, las que no, los sentimientos que podía permitirme o no sentir... Ha sido un camino difícil, muy difícil. No he tenido libertad de elección, la he tenido que pelear con uñas y dientes. Y conocerme, y asegurarme, y mirarme frente al espejo muchas veces, y decirme: soy una mujer, pero ante todo soy una persona, única y especial, diferente a cualquier otra que habita en el mundo, pero valiosa como todas. Tengo derechos iguales a las demás mujeres, iguales a los demás hombres. Merezco un respeto como persona. Tal vez tú has tenido la suerte de no tener que luchar contra los estereotipos de mujer para definirte, para reconstruirte cada día. Eres hombre. Tal vez para ti ha sido más fácil, tal vez no... No puedo juzgar lo que ha sentido tu piel, sólo hablo por la mía, que a día de hoy, tras mucho decapante antiprejuicios, etiquetas y normas impuestas, ya comienza a respirar creyéndose un poquito más libre...

    Escribo en verso los vericuetos de la prosa de la vida, sí. Soy una romántica empedernida. Pero eso no quiere decir que una frase como esta me vaya a devaluar como persona, como mujer. Encontrar la maravillosa percepción del amor en una sola persona, sería perderse todas las variantes de amor y cariño que te ofrecen los demás. Si en realidad piensas así, tal vez esta frase debería ser afirmativa e ir dirigida a la persona correcta. Tal vez fue escrita sin pensar, porque si lo meditas unos minutos, caerás en la cuenta de que no hay una sola mujer en tu vida, porque tú, al igual que yo, naciste de una mujer.

    Espero no vuelvas a equivocarte.

                                     Fotografía: Ana Rosillo.

miércoles, 20 de enero de 2016

"Vencer al tiempo"



Me diste tu tiempo al darme vida.

Horas para enseñarme a leer

palabras con las que engarzaba
días de estrena, calendarios por recorrer.


Un tiempo que pasaba lento

si esperaba dejar atrás la niñez

que ahora tanto recuerdo.


El tiempo corría veloz

si llegaba tarde a casa.

Era lento para ti, que esperabas

Despierto.


No entendías que volaban
los minutos de mi hora feliz.

Luego me fui.

Te regalé un reloj para que midieras

el tiempo hasta mi vuelta a casa.

Pero ya nunca regresé

para quedarme.


Un día fui yo la que dio tiempo

a una vida que comenzaba.

Y tú añadiste horas al día

y kilómetros a la noche,

para cogerle en tus brazos.


El aburrimiento alarga el tiempo inútilmente.

Empezamos a perderlo, irremediablemente.

Hay que  buscar siempre
la mejor manera de matar el tiempo.


Un día custodié tu reloj.

Mientras tu tiempo estaba

en manos de otros.

El tiempo va lento
cuando esperas.


Has ganado un tiempo,

Te dijeron.

Pero la cuerda se agotaba.

No era un reloj de arena,

Volteable.


El tiempo es insufrible

cuando sientes dolor.


Me dijiste que acababa

tu tiempo entre nosotros.

Yo te dije que no hay

segundero en el corazón.


El tiempo es interminable

cuando sufres.

El tiempo muere

si estás triste.


Ahora tengo tu reloj

marcando el tiempo que

pasaré sin ti.

Tampoco puedo presentir

el que me queda por vivir.


Sólo sé que no es su tic tac

mi mejor banda sonora.

Ni el que marca mi manera

de sentir.


Y aunque no encontré

respuesta para un ¿por qué?,

hoy  agradezco, en hora,

los años que compartimos.

El tiempo es eterno si se ama.