martes, 18 de febrero de 2014

"Cupido, Venus y Psique: flechazos, amores y enamoramientos"

   Escribir sobre el amor... ¡ay, el amor! Escribir en el día de los enamorados... Decía Ortega y Gasset que "El enamoramiento es un estado de miseria mental en que la vida de nuestra conciencia se estrecha, empobrece y paraliza." Es verdad, todos lo hemos comprobado en alguna ocasión.
El catorce de febrero de dos mil doce escribí:

El Amor te sorprende cuando menos te lo esperas, escondido tras unos ojos que un día se cruzan en tu camino. Y comienza con un aleteo de mariposas en el estómago, un pálpito acelerado que ensancha el corazón con un suspiro, que es aire que sobra por alguien que te falta. Y si encuentra correspondencia el Amor crece hasta elevarte hasta el cielo, llevándote a rozar las nubes. El Amor no entiende de clases, ni de razas, prejuicios ni fronteras. No se atiene a las normas establecidas por los hombres, porque él es libre para surgir en los corazones que al azar elige. Se alimenta de ilusiones y sueños compartidos y trota como un caballo desbocado, indomable. Y como sublime y caprichoso que es, a veces te hace gozar y otras sufrir. Es el único sentimiento que escapa a las banalidades y se mantiene puro, incontrolable por la razón humana. ¿Quién puede o quiere vivir una vida sin amor? Yo no…”

   Dicen otros estudiosos que este estado de enamoramiento suele coincidir con los tres primeros años de una relación. Si se consigue superar, entraremos en siguiente fase, menos superficial, más profunda. Escribe también Gasset que "El amor, a quien pintan ciego, es vidente y perspicaz porque el amante ve cosas que el indiferente no ve y por eso ama." Estoy de acuerdo. Amamos mejor en tanto en cuánto más nos adentramos en el conocimiento de una persona. Si superada la primera fase en la que las virtudes son ensalzadas y los defectos ocultos a nuestra vista, y comenzando éstos a salir a flote, aún seguimos amando, definitivamente podemos afirmar que lo que sentimos es amor. Todos poseemos virtudes, todos tenemos defectos, la cuestión es, continuando con el mismo autor, “que encontremos a alguien que nos ame de tal manera que nos impulse a la perfección de nosotros mismos.”

   ¿Entonces quienes celebran el día de los enamorados, los que se hallan en la fase de enamoramiento o los que viven en la fase del amor? ¿Hay un día del desamor, ese que inspiró tantos poemas? ¿Por qué Cupido a veces se equivoca? ¿Será porque lleva los ojos vendados? El amor no es un camino de rosas: las rosas son bellísimas, aún así, poseen espinas... Es el principio del yin y el yang. En estos días ésto es lo que he escrito sobre este sentimiento: "Fue Cupido, ese niño desnudo y alado, el que disparó aquella flecha que al principio nos dejó anonadados. No dejemos que yerre en el intento de volver a atraparnos. Y con el paso de los años, he caído en la cuenta de que sólo me importa que tu cariño no esté en números rojos, que no nos pase factura el desencuentro de la convivencia, las palabras no dichas, las que nunca deberían haber salido de nuestros labios. Al principio primaba tener el nido bien hecho, ahora no me importa el desorden, si somos nosotros los que lo provocamos... Me importa que florezcan los besos, los abrazos, sobre la tierra bajo la que se hallan, ocultos tras obligaciones, facturas, hipotecas, electrodomésticos estropeados… El amor, como la amistad, hay que regarlo de continuo. No debemos dejar que la rutina gane el partido a la espontaneidad de los días. Porque el amor debe sorprendernos a diario."

   El año pasado volví a releer "El Arte de Amar" de Erich Fromm, una lectura obligatoria en mis años de instituto, asignatura de Filosofía. Apasionante en esta etapa de la vida disfrutar de un ensayo que en aquel tiempo no me llegó porque la juventud y el enamoramiento me nublaba, sin duda alguna, la razón. Y al libar esta obra, se quedó en la memoria esta frase de Fromm: "Mientras tememos conscientemente no ser amados, el temor real, aunque habitualmente inconsciente, es el de amar". . Ciertamente la madurez da una visión más calmada, más meditada de las relaciones, aunque mi corazón sigue siendo un locuaz apasionado de la vida, un aprendiz en el arte de amar. 

   Un día una amiga me dijo que si tuviese que regalar el catorce de febrero una rosa a todos aquellos a quienes ama, ciertamente, necesitaría un ramo. El día de los enamorados, el día del amor, de la amistad... Me encanta el rojo pasión, la canción de Lennon “Oh my love”, tu mensaje en mi WhatsApp, tu guiño, tu sonrisa, que compartas mis pensamientos escritos, tu "me gusta", tu apreciación... Mi fotografía adornada con tus palabras amigas... Me encanta querer a la gente y que ellos me impulsen a mi propia perfección. Esta es hoy, mi oda al AMOR.


Cupido y Psique, óleo de Jacopo Zucchi, 1589

5 comentarios:

  1. Preciosa, si señor, esta oda al amor. Me gustó leerla.

    Me hiciste reflexionar un rato sobre la grandeza de "esta palabra" y al final...me perdí en el infinito.

    ¡Antonio! ¡Vete a la cama que mañana tienes que madrugar!

    Muchas Gracias, Ana.

    Buenas noches.


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  2. Antonio, me alegro que te haya gustado mi reflexión sobre el amor, espero que sigas leyéndome. ¡Felices sueños, jeje!

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  3. Hola Ana!
    Muchas gracias por tu reflexión sobre el amor y por hacernos pensar que amor hay de muchas clases, pero que todas ellas tienen algo en comun: esa relación entre las personas que hace posible que este mundo sea algo maravilloso y no un simple páramo individualista.
    Un abrazo muy fuerte!
    Esteban

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  4. Gracias a tí, Esteban, me ha gustado mucho tu comentario. ¿Por qué quedarse en el páramo cuando podemos vivir en una cálida solana? Un besazo.

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  5. me encanta todo lo que escribes!!!
    feliz día de San Valentín ����

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