Perdón por haberte olvidado durante un tiempo, por despojarte de mi atención, por dejarte esperando palabras como lluvia de mayo. Terminó la primavera, la suplantó el verano y la naturaleza desplegó su escenario multicolor, encendido por la luz cegadora del sol. El mar me ha invitado otro año más a sumergirme y curiosear en sus profundidades, y a perseguir, no sólo con mi pensamiento, el movimiento de los peces en el agua... Y tú ahí, esperando, desplegada tu página virtual sólo para mí, atrapado como tantos en esta red sin hilos.
Te he abandonado, lo sé. He estado navegando por otros derroteros. La primavera me ha inspirado y he vuelto a escribir poemas, esos que jamás te leí. ¿Qué es poesía? Me preguntas, mientras recitas aquellos versos reflejados en tu pupila azul: es la manera que tengo de huir de la realidad, para instalarme en la satisfacción de recitar mis propios sueños, la mejor manera de evadirme de la desilusión. Cuando escribo un poema, mis manos se deslizan para emborronar y hacer mío un papel en blanco. Mi mente vuela, mi corazón palpita aceleradamente y las palabras se amontonan buscando su mejor combinación, inspirándose en alguna situación vivida por mí misma o cientos de personas que se han cruzado a lo largo del camino. Al terminar, siento una sensación placentera y sé cuando no debo ya ni intentar acariciar un poema.
¿Me lees y crees interpretarme, sentir con mi propia piel? Tal vez sea así, tal vez no. Si no nos llegamos a conocer a nosotros mismos en toda una vida... ¿cómo pretender adivinar los sentimientos ajenos? Todo escritor de sueños puede llevarte a leer tu propia experiencia reflejada, tú puedes ser hoy o mañana motivo de mi inspiración. Si la lectura de un poema te puede hacer suspirar, encontrarte a ti mismo y aún más, profundizar en los abismos de tu ser; escribiendo versos puedes llegar a creer en la utopía de un verdadero mundo feliz, que no tiene nada que ver con el de Huxley. La poesía nos puede llevar a sentir que tú y yo, no somos tan distintos el uno del otro, aunque hayamos vivido en distintas épocas, aunque jamás nos hayamos conocido. Porque hay emociones y sentimientos que nunca pasarán de moda.
¿Me lees y crees interpretarme, sentir con mi propia piel? Tal vez sea así, tal vez no. Si no nos llegamos a conocer a nosotros mismos en toda una vida... ¿cómo pretender adivinar los sentimientos ajenos? Todo escritor de sueños puede llevarte a leer tu propia experiencia reflejada, tú puedes ser hoy o mañana motivo de mi inspiración. Si la lectura de un poema te puede hacer suspirar, encontrarte a ti mismo y aún más, profundizar en los abismos de tu ser; escribiendo versos puedes llegar a creer en la utopía de un verdadero mundo feliz, que no tiene nada que ver con el de Huxley. La poesía nos puede llevar a sentir que tú y yo, no somos tan distintos el uno del otro, aunque hayamos vivido en distintas épocas, aunque jamás nos hayamos conocido. Porque hay emociones y sentimientos que nunca pasarán de moda.
La ciudad, que estaba vacía sin ti, vuelve a estar plena de vida... Caen sobre mí lágrimas de despedida a esa fiesta llamada verano. Mas el viento que anuncia, me inspira una nueva estación. Hay númenes y musas, empeñados en seguir dando rienda suelta, a mi imaginación. La ciudad, que en agosto sufrió un éxodo hacia la montaña y el mar, y que hoy, preparada para recibir al otoño, vuelve a estar plena de vida, por aquellos días, estos versos me inspiró:
"La ciudad no es la misma sin ti"
La ciudad está muda sin ti.
No llegan hasta mis oídos los trinos,
ni susurran las fuentes a mi paso.
No hay suspiros en los cruces de caminos.
La ciudad quedó vacía sin ti.
Como la crisálida cuando vuela la mariposa,
al igual que la camisa abandonada por la serpiente.
Como el amor que nace condenado a muerte.
La ciudad está en silencio por ti.
Las calles sólo rememoran con su nombre,
los antiguos oficios de artesanía:
Almireceros, Cuchilleros, Calderería...
La ciudad está apagada sin ti.
No hay casualidades aguardando en las esquinas,
ni premoniciones, ni corazonadas de encuentros.
La ausencia oscureció la luz de tu presencia.
La ciudad está vacía sin ti.
Pero mi mente está llena de recuerdos.
De abrazos, caricias, miradas y besos.
De gestos, de notas, de luces, de sombras.
de citas, de versos, de libros, de sueños...
La ciudad sigue vacía hoy sin ti.
Pero mi corazón está pleno:
de suspiros, de minutos robados al tiempo.
De letras, de vuelos, de dudas y descubrimientos.
De rincones perdidos, de desilusión y de anhelos.
Al despedirse el verano se llenará la ciudad,
De cantos, de lloros, de miradas furtivas.
De humo, de presencias, de gotas y paraguas.
Y volverás, como las golondrinas de Bécquer,
a recorrer las calles de la ciudad,
igual que ayer, con los pies en el suelo
pero el pensamiento en nubes de ensueño.
Ensimismado en la vida, en lo que es,
en lo que quisiste ser, lo que fue,
en lo que será, en lo que pudo haber sido.
Mientras vuelve la ciudad a estar plena,
de vida, de sueños compartidos.
La ciudad no es la misma sin ti...