Cuando me vaya, te darás cuenta,
del tiempo que perdimos en lamentos.
Cuando me vaya, querrás amarme,
como humo en el aire.
Amor, será tarde.
Cuando me vaya entenderás,
que éramos el uno para el otro,
el otro para el uno.
Pero ya no habrá forma de darse.
Que podríamos habernos amado,
en cada laberinto de la mente,
en cada realidad de la fantasía,
en cada recodo del deseo.
En aquel sueño hecho trizas.
En la caricia de la desilusión.
En la profundidad de las miradas
y en cada letra de este verso.
En cada beso que le di al aire,
en cada segundo que robé al tiempo.
En cada viento que hice palabra,
y en cada lágrima, sí, en cada lágrima.
Es tan sutil el susurro del destino, que,
de que realmente me amabas
sólo te darás cuenta, amor,
cuando me vaya.
Ana Rosillo
Granada, poema escrito entre junio y septiembre, pausado y saboreado, como el verano al despedirse.
Becqueriana, sí, como un otoño en desamor, porque amo el estío.
del tiempo que perdimos en lamentos.
Cuando me vaya, querrás amarme,
como humo en el aire.
Amor, será tarde.
Cuando me vaya entenderás,
que éramos el uno para el otro,
el otro para el uno.
Pero ya no habrá forma de darse.
Que podríamos habernos amado,
en cada laberinto de la mente,
en cada realidad de la fantasía,
en cada recodo del deseo.
En aquel sueño hecho trizas.
En la caricia de la desilusión.
En la profundidad de las miradas
y en cada letra de este verso.
En cada beso que le di al aire,
en cada segundo que robé al tiempo.
En cada viento que hice palabra,
y en cada lágrima, sí, en cada lágrima.
Es tan sutil el susurro del destino, que,
de que realmente me amabas
sólo te darás cuenta, amor,
cuando me vaya.
Ana Rosillo
Granada, poema escrito entre junio y septiembre, pausado y saboreado, como el verano al despedirse.
Becqueriana, sí, como un otoño en desamor, porque amo el estío.