Me diste tu tiempo al darme vida.
Horas para enseñarme a leer
palabras con las que engarzaba
días de estrena, calendarios por recorrer.
Un tiempo que pasaba lento
si esperaba dejar atrás la niñez
que ahora tanto recuerdo.
El tiempo corría veloz
si llegaba tarde a casa.
Era lento para ti, que esperabas
Despierto.
No entendías que volaban
los minutos de mi hora feliz.
Luego me fui.
Te regalé un reloj para que midieras
el tiempo hasta mi vuelta a casa.
Pero ya nunca regresé
para quedarme.
Un día fui yo la que dio tiempo
a una vida que comenzaba.
Y tú añadiste horas al día
y kilómetros a la noche,
para cogerle en tus brazos.
El aburrimiento alarga el tiempo inútilmente.
Empezamos a perderlo, irremediablemente.
Hay que buscar siempre
la mejor manera de matar el tiempo.
Un día custodié tu reloj.
Mientras tu tiempo estaba
en manos de otros.
El tiempo va lento
cuando esperas.
Has ganado un tiempo,
Te dijeron.
Pero la cuerda se agotaba.
No era un reloj de arena,
Volteable.
El tiempo es insufrible
cuando sientes dolor.
Me dijiste que acababa
tu tiempo entre nosotros.
Yo te dije que no hay
segundero en el corazón.
El tiempo es interminable
cuando sufres.
El tiempo muere
si estás triste.
Ahora tengo tu reloj
marcando el tiempo que
pasaré sin ti.
Tampoco puedo presentir
el que me queda por vivir.
Sólo sé que no es su tic tac
mi mejor banda sonora.
Ni el que marca mi manera
de sentir.
Y aunque no encontré
respuesta para un ¿por qué?,
hoy agradezco, en hora,
los años que compartimos.
El tiempo es eterno si se ama.