Hace unos días una frase apareció para mi asombro en mi WhatsApp y aún no sé a quién iba dirigida. Para una servidora, que hace guiños a la poesía y a la literatura, es una frase incómoda, inoportuna, como esos vecinos que vienen a tu casa a husmear, o esas personas que se acercan a ti con lanzas, picas de palabras, en vez de caricias al alma. Nacemos desnudos, sin armadura. Me cuesta entender por qué a veces, en mi relación con los demás, echo en falta una coraza.
Vivimos tiempos en los que estamos demasiado expuestos en los escaparates virtuales, en los que chateamos en vez de mirarnos a los ojos, en los que enviamos mensajes por error (a mí me ha pasado en más de una ocasión). Tiempos de impulsos, de malentendidos. Después te ríes. Es por eso que esta frase, dirigida a una mujer, se me ha atragantado, y llevo unos días masticándola, intentando digerirla, pero es imposible, no me voy a tragar esta frase tan insípida: voy a vomitarla.
¡Hecho!
Una vez que la tengo delante, la voy a diseccionar:
NO, adverbio de negación.
ERES, tercera persona del singular del verbo Ser.
LA, artículo determinado femenino singular.
MUJER, sustantivo femenino. Persona del sexo femenino.
DE, preposición. Denota posesión o pertenencia.
MI, adjetivo posesivo.
VIDA, sustantivo femenino. Fuerza o actividad esencial mediante la que obra el ser que la posee.
Esta es una oración afirmativa, negativa; no me podéis negar que es difícil de leer para una que admira a los poetas del romanticismo. Todo tiene su sentido, si esta frase tenía que llegar a mí, es por algo, tal vez para meditar sobre ella. Tal vez para escribir sobre mis reflexiones en el Día de la Mujer, este ocho de marzo. Yo nunca he querido ser la mujer de la vida de nadie. Imagino que, a muchas de vosotras, las mujeres de mi generación y anteriores, al igual que a mí, os habrán educado para serlo. Y habréis escuchado esas frases de: "Las niñas con las niñas, los niños con los niños". "Compórtate como una mujercita", "Tienes que hacerte un ajuar", "Como te tardes, te vas a quedar para vestir santos", "¿Cuándo te casas? Ya es hora, ¿no?", "Arréglate y ponte guapa, que...¿quién te va a querer así?" Pues yo misma, fíjate tú. Nos pasamos los primeros años de nuestra vida recibiendo mensajes que supuestamente nos preparan para la llegada de él: EL HOMBRE... ¿el hombre de nuestra vida?
Yo siempre lo he tenido claro: no soy la mujer de tu vida. Pero tampoco quiero serlo, ni de tu vida, ni de la de nadie. Nunca ha sido ese mi objetivo. Yo quiero ser hija, hermana, amiga, compañera, madre, amante... Quiero ser pasión, aire, árbol, melodía, sentimiento, poesía, arte... Soy la mujer de mi propia vida y me ha costado mucho llegar hasta aquí. He tenido que meditar mucho, mascullar muchas frases como ésta, decapar todas las capas de pintura de color rosa chicle y de la marca "MUJER", con las que se me ha embadurnado desde niña. Es una tarea ardua, aún sigo haciéndolo. Se me ha impuesto la ropa que debía llevar, cómo debía comportarme, las tareas que podía hacer, las que no, los sentimientos que podía permitirme o no sentir... Ha sido un camino difícil, muy difícil. No he tenido libertad de elección, la he tenido que pelear con uñas y dientes. Y conocerme, y asegurarme, y mirarme frente al espejo muchas veces, y decirme: soy una mujer, pero ante todo soy una persona, única y especial, diferente a cualquier otra que habita en el mundo, pero valiosa como todas. Tengo derechos iguales a las demás mujeres, iguales a los demás hombres. Merezco un respeto como persona. Tal vez tú has tenido la suerte de no tener que luchar contra los estereotipos de mujer para definirte, para reconstruirte cada día. Eres hombre. Tal vez para ti ha sido más fácil, tal vez no... No puedo juzgar lo que ha sentido tu piel, sólo hablo por la mía, que a día de hoy, tras mucho decapante antiprejuicios, etiquetas y normas impuestas, ya comienza a respirar creyéndose un poquito más libre...
Escribo en verso los vericuetos de la prosa de la vida, sí. Soy una romántica empedernida. Pero eso no quiere decir que una frase como esta me vaya a devaluar como persona, como mujer. Encontrar la maravillosa percepción del amor en una sola persona, sería perderse todas las variantes de amor y cariño que te ofrecen los demás. Si en realidad piensas así, tal vez esta frase debería ser afirmativa e ir dirigida a la persona correcta. Tal vez fue escrita sin pensar, porque si lo meditas unos minutos, caerás en la cuenta de que no hay una sola mujer en tu vida, porque tú, al igual que yo, naciste de una mujer.
Espero no vuelvas a equivocarte.
Fotografía: Ana Rosillo.