Soy mujer.
He llegado al
mundo igual que tú, hombre.
Pero tanto
mujeres como hombres me lo han puesto difícil.
Me vistieron
de rosa por ser niña y a ti de azul. Me pusieron lacitos sin pedirlo. Me creyeron frágil y delicada y a ti fuerte. Me dijeron que tenía que jugar con
muñecas y a ti te lo prohibieron. Me dijeron zorra mientras que a ti te decían ligón.
Te dijeron que
eras una niña si llorabas. Te obligaron a que te quitases el delantal porque había
hermanas para fregar los platos. Te permitieron que descansases en el sofá después
de comer, porque las mujeres de la casa recogían. Te dijeron que te las
llevabas a todas de calle, mientras a mí me decían puta.
Te dijeron
soltero de oro, mientras a mí me llamaban solterona. Tú no habías encontrado
alguien a tu altura, mientras que a mí se me pasaba el arroz y me quedaba para
vestir santos. Me asombró que otras mujeres me dijeran que las mujeres
engatusan a los hombres para “pillarlos” y casarse con ellos. Yo tenía hecho mi futuro, no dependía de ti.
Solo quería compartir mi tiempo contigo. Me etiquetaron de buscona igualmente.
Nadie habló de amor. Me dijeron que tenía que cuidar de tus padres, de los
míos, de los niños, porque si los llevaba a guardería no los quería, y trabajar dentro y fuera de casa. Tú siempre
eras el bueno ante los ojos de los demás, mujeres u hombres, todos con
exigencias desmesuradas y prejuicios peyorativos sobre la mujer. Siempre humillándolas, faltándoles el respeto, infravalorándolas como personas. Esta
sociedad que ahora condena la violencia machista, la ha estado alimentando
durante muchos años. No sólo hay que condenar estos actos, sino que hay que modificar todos estos comportamientos desigualitarios.
Escuchaste
tantas veces en boca, tal vez de tu propia madre, de la mía, que una mujer debe
obediencia a su hombre, que me atases corto. Escuchaste tantas veces de otros hombres “si a mí me deja
mi mujer la mato”, que creíste que una persona es un objeto, que pasa a ser de
tu propiedad, “Mía o de nadie”.
Y sí, lo hiciste, la degollaste con un cuchillo
y luego llamaste a su madre. No se puede ser más cruel. Quemaste vivos a tus
hijos para hacerla sufrir. No se puede ser más inhumano. Le rebanaste el cuello
ante la mirada de vuestros dos hijos pequeños, no se puede ser más vil. La
violásteis en grupo porque os divertía, y ella fue quien tuvo la culpa, porque
iba provocando con su belleza y su risa ebria. ¡Atajo de cobardes! Mucho peor
que los animales. Ni punto de comparación. No
sois hombres. Un hombre venera a la mujer.
No soy tuya. No soy de mis padres. No
soy tu novia, ni tu churri, ni tu mujer. No
soy de, ni me debo a nadie. Soy de mi tiempo, de la tierra, del sol, del mar y
del aire… Soy yo. Una persona irremplazable. Tengo mi propia personalidad, me
visto como me apetece, me pinto las uñas o pongo minifalda. Tengo amigas,
amigos, tengo derecho a tener mi propio círculo, mi propia identidad. Tengo derecho a la
libertad. Lee la Carta de los Derechos Humanos, lee la Constitución Española. ¿Acaso no lees? Me ampara la ley. No voy
provocándote por la calle, me arreglo para mí misma. El amor no duele, no
limita. El amor es un sentimiento muy grande.
Hombre. No puedes hacer que nadie te ame,
ni obligar a que permanezca a tu lado. Respeta a tu ex. Si hay hijos de por medio, no los uséis como arma arrojadiza. Ellos os quieren a ambos y como adultos que sois, debéis dar ejemplo de saber estar y tener buena relación. No es para siempre el amor, pero sí la educación.
Mujer, no debes quedarte junto a él si te insulta, si te maltrata física o sicológicamente. Si no te deja ser tú misma, tengas la edad que tengas, no lo consientas. Todos hemos venido a este mundo a ser felices y a amar y ser amados sin temor ni remordimientos. Nacemos solos, moriremos solos. En el camino nos vamos encontrando con almas gemelas, amantes, compañeros, compañeras, da igual la relación que decidas, hombre o mujer, nadie debería elegir por ti. Todo ésto se aplica al sexo contrario, porque la violencia no se justifica en ningún caso, pero en las estadísticas, las mujeres salen perdiendo vidas...
Mujer, no debes quedarte junto a él si te insulta, si te maltrata física o sicológicamente. Si no te deja ser tú misma, tengas la edad que tengas, no lo consientas. Todos hemos venido a este mundo a ser felices y a amar y ser amados sin temor ni remordimientos. Nacemos solos, moriremos solos. En el camino nos vamos encontrando con almas gemelas, amantes, compañeros, compañeras, da igual la relación que decidas, hombre o mujer, nadie debería elegir por ti. Todo ésto se aplica al sexo contrario, porque la violencia no se justifica en ningún caso, pero en las estadísticas, las mujeres salen perdiendo vidas...
Nos damos la
mano por un tiempo, o mientras dure el amor, con las personas que amamos, pero
no te creas peor si no lo haces, o no has encontrado a alguien con quien compartir la vida. Hay muchas maneras de realizarse como persona.
Encontrar pareja no es el principal objetivo vital. Tampoco ser padres. Tener
hijos es una decisión muy importante, es revivir con ellos cada etapa pasada, pero también es la tarea más complicada con la que nos encontraremos a lo largo de nuestra vida. No existe el ideal de “familia feliz”. Sólo hay instantes felices, momentos que
perduran. No uses vocabulario machista, no menosprecies a otra mujer. La vida es demasiado complicada y ya nos lo han puesto bastante difícil. No vendas tu libertad por un amor que no
lo sea en mayúscula. Olvida el refrán “Quien bien te quiere te hace llorar”.
Quien bien te quiere te hace dichosa, dichoso, te hace que crezcas como persona. Te deja tu espacio propio. Te eleva para llegar a ser la
mejor versión de ti misma. Quiérete mujer, para que te quieran. Siempre
encontrarás a alguien que te merezca. Quiérete,
para seguir viviendo. Llámame si estás en problemas: 0116
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