A veces nos vamos de improviso
Sin esperarlo, y sorprendidos,
Sin estar preparados para ello.
Es cuando más cuesta aceptarlo.
Otras veces,
tenemos demasiado tiempo
Para hacernos a la idea
de que nos estamos yendo.
Lo vamos meditando,..
Soltando, poco a poco, vuestras caricias.
Pensando en cómo será, a partir de ahora,
una vida incorpórea.
A veces, nos vamos olvidando
De nosotros mismos
Abandonándonos,
en el rincón de un sillón,
De soledad y de abismos.
Sólo regresamos en ocasiones puntuales,
Cuando los recuerdos se conectan al
presente,
O vosotros nos besáis,
Devolviéndonos al cariño que dimos.
A veces, nos vamos perdidos
en las tinieblas de la noche oscura,
sin querernos, sin entender
qué nos está sucediendo.
Y saltamos sobre el acantilado
soñando alcanzar la serenidad
de un mar en calma,
que ahora es tempestad.
A veces, nos dicen el tiempo que nos queda,
Y el que lo cree, lo crea.
Haciéndonos enfrentar a la mas temida,
Despedida de todo lo que conocemos.
A veces, sabemos de antemano,
Que debemos irnos presto,
A un lugar desconocido para nosotros,
Del que nunca hemos querido saber nada.
Nos aferramos a vosotros,
Aunque seáis clavo ardiendo.
Con todas las fuerzas que nos restan
Mientras sujetáis la cuerda que nos une.
A veces, muchas, sentimos miedo.
Pero al llegar aquí, encontramos paz.
Amigos, familiares, que ya
trascendieron.
Os decimos:
No hay temor que merezca tal desasosiego.
A veces os aferráis demasiado a
nosotros,
Sufriendo en demasía y recíproco dolor.
Cada cual tiene su tiempo y su hora.
Dejadnos ir, con una ráfaga de viento y amor.
Nos gustaría haceros entender
Que cada cual debe tiene su propia senda,
Que no nos gustan vuestras lágrimas
eternas
Que nuestro mayor deseo es veros sonreír.
Que las flores, siguen en el jardín.
Que la cera que arde, nos indica el
camino.
Que los altares, nos aferran a los
hogares
Que ya no podemos, ni queremos, compartir.
A veces, al principio, nos intentamos
comunicar.
Cuando nos cuesta partir de vuestro lado.
Habréis notado nuestros impulsos eléctricos
y cómo cambiamos los colores del atardecer.
El amanecer nos inunda de luz
tanto como debería sorprenderos a vosotros.
Intentamos llegaros con mensajes
encriptados en canciones radiadas sin casualidad.
A veces os acariciamos mientras dormís.
Os llamamos en vuestros sueños,
donde no existe el tiempo, ni el espacio,
ni el reino de los vivos, ni el de Hades.
A veces nos vamos, sin despedirnos.
Casi siempre, vosotros queréis hacerlo.
No es un adiós, es un hasta luego.
Todos llegamos, todos llegaremos.
La vida es cambiante, ya sabéis.
Nada es tal y como creéis.
El fin es el principio,
Lo sabréis al llegar.
El cuerpo, belleza decadente,
Con el que nos presentamos al mundo.
El alma, energía inmortal,
que brilla en los ojos, esencialmente.
Sabed, que pesa 21 gramos.
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